domingo, 22 de mayo de 2011

Paseando por mi Pueblo Querido, San Juan de los Morros

Aquiles Silva

23 de Mayo

23 de Mayo de 1812:
La Masacre en San Juan de los Morros.
En esta fecha, el jefe realista Eusebio Antoñanzas, “marchó rápidamente contra San Juan de los Morros que tomó por traición del Oficial Bernardo Goroyza. Antoñanzas hizo 300 prisioneros, moradores del pueblo,  y a todos  los ahorcó en los árboles y las cercas, para satisfacer su instinto sanguinario contemplando los terribles efectos de sus sufrimientos; y para conocer íntimamente el interior de su cuerpo humano, vivas sus víctimas, mandó a sus soldados  que las atormentaran de todos los modos posibles y a su antojo, con puñales, etc., que las despedazaran de diversas maneras. Los que habían sido asesinados por sus propias manos a sablazos  y por sus satélites a lanzazos en San Juan de los Morros, los hizo suspender en los árboles y empalizadas para que sirviesen de espanto y terror a los insurgentes...” Dos años después, aún eran visibles “en las empalizadas de San Juan de los Morros suspensos los esqueletos humanos... El Cura Párroco, Díaz Argote, estuvo 20 días oculto en los montes cercanos y cuando regresó al pueblo encontró rotas las puertas de la Casa Parroquial, quebradas los baúles, saqueados los utensilios, robados 18 libros y desaparecidos varios papeles y documentos.” (15)
Bolívar al referirse a este abominable hecho en su Manifiesto a las Naciones del Mundo, escrito en Valencia el 20 de Septiembre de 1813, dice:
“...Los rendidos, los pacíficos labradores, los hombres más honrados, los inocentes, morían a pistoletazos y sablazos, o eran  azotados bárbaramente aun después de haberse publicado el armisticio. Por todas partes corría la sangre, y los cadáveres eran el ornato de las calles y plazas de Guatire, Calabozo y San Juan de los Morros y otros pueblos habitados por gente labradora y pacífica, que lejos de haber tomado las armas, huían al acercarse las tropas a los montes, de donde los conducían atados para quitarles la vida sin más formalidad, audiencia, o juicio, que hacerlos hincar de rodillas. Cualquier oficial o soldado estaba autorizado para dar impunemente muerte al juzgaba patriota, o tenía que robar.” (01)
Con la masacre de San Juan de los Morros,  al decir del historiador Baralt, se abre en la historia de Venezuela la primera y más dramática página sangrienta realizada por los caudillos populares de España:  “ Ni las mujeres ni los niños pudieron encontrar piedad. Complacíase el Capitán Antoñanzas en perpetrar el crimen con sus propias manos, siendo el primero en poner fuego a las casas y en alancear a los desgraciados que salía huyendo de las llamas…” (2)
Aquí comienza las atrocidades que enlutaron a un país que ansiaba su libertad y defendía su soberanía.  (56)

Fuente Comsultada:
 

56.- La Verdadera Historia de Mi pueblo Querido, San Juan de Los Morros. Aquiles Silva. 2006


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