martes, 3 de enero de 2012

TRAS LA HUELLA DEL LIBERTADOR

Aquiles Silva Padrón

04 de enero

04 de enero de 1817:
En el Diario de Operaciones del General Piar, fechado en este día, leemos que “ la continuación de la campaña de liberación de Guayana, después de haberse  retirado del Paso de Maripa, el General Cedeño, del Ejército del General Piar, siguió la marcha a las tres de la mañana con toda la caballería, menos el escuadrón del coronel Figueredo, que quedó para conducir las bestias y el ganado- A las cuatro marchó el ejército, y a las doce del día se acampó en la Sabaneta de Tisquire.” (19)

04 de enero de 1819:
En esta fecha, en un Documento firmado por el General Santiago Mariño, se demuestra que el Ejército Libertador ejerció su derecho al voto al participar en las elecciones para diputados al Congreso de Angostura. En dicho documento se explica que votó la división que marchaba con Mariño y los votos recayeron en Francisco Zea, Tomás Montilla, Rafael Guevara, Rafael Urdaneta y Diego de Vallenilla. Los otros cuerpos votaron posteriormente. El reglamento de Elecciones para el Congreso contemplaba el derecho de los militares al sufragio. (19)




04 de enero de 1827:
Bolívar y Páez se reconcilian en Naguanagua.
El Libertador dominado por la preocupación de llegar a un definitivo entendimiento con Páez, en vez de esperar al jefe rebelde en Puerto Cabello se dirigió a Valencia en su búsqueda, después de enviarle una carta donde le manifestaba: “Voy a dar a usted un bofetón en la cara yéndome yo mismo a Valencia a abrazar a usted. Morillo me fue a encontrar con un escuadrón y yo fui solo, porque la traición es demasiada vil para que entre en el corazón de un grande hombre.”
En el cerro de Naguanagua, se reunieron, después de varios años de separación, el León de Apure y el Libertador. Aquellas dificultades que podían distanciarlos fueron fácilmente superadas, porque satisfecho Páez de las concesiones del Libertador, se apresuró a hacer pública y ostentosa manifestación de su obediencia, y aquel hombre que ayer había llegado a desconocer su autoridad, en forma humilde se puso a sus órdenes. (04)

04 de enero de 1827:
En esta fecha, Bolívar llega a Valencia acompañado de Páez. Eh hora de la noche la culta sociedad de la ciudad ofrecen un suntuoso banquete al Libertador y a su comitiva. Durante este acto social surgió un grave incidente que irritó a Bolívar: el coronel de la escolta del General Páez irrespetó a un sacerdote, acompañante de Bolívar. Este sumamente enojado, increpó al intruso en términos amenazantes. “Esta Ud. todavía, señor Escuté, con las manos tintas de sangre americana, pues acaba Ud. de salir  de las filas españolas; y ¿se atreve Ud. a insultar  a mi capellán  y a faltarme en respeto a mí, que soy el presidente de Colombia? Piensa Ud. que no recuerdo que en la batalla de Semen mandaba Ud. una compañía de cazadores realistas?... Aquí no hay más autoridad ni más poder que el mío; yo soy como el sol entre todos mis tenientes, que si brillan  es por luz que yo les presto! Afortunadamente, este incidente no pasó a mayores, ni tuvo graves consecuencias. (27)

04 de enero de 1830:
En esta fecha, Bolívar en Cartago recibe la noticia de la disolución de la Gran Colombia. En carta dirigida al señor José María del Castillo Rada, le manifiesta:
“Ayer he recibido la horrible noticia que ha venido de Venezuela, más por el modo que en la esencia: esto puede tener resultados muy fatales capaces de disolver la república.
Vd. sabe que yo he pensado siempre, y que lo he dicho a los de la convención de Ocaña y repetido ahora, que Venezuela debía dividirse de la Nueva Granada, pero si este país no se une entre sí y con el Sur, Colombia se arruina completamente. Yo no sé hasta que punto puedan llegar las cosas ni de lo que hará el congreso ni haré yo. Todo está corriendo un azar muy peligroso. En fin, hoy mismo parto por Quindío, y en Ibagué sabré lo que haya ocurrido de nuevo.
Yo he perdido mucho con este movimiento, porque se me ha privado del honor de dejar el mando espontáneamente. Además, la infamia de mi país nativo me recuerda los crímenes de Atenas; y esto unido a los desastres que temo, me despedaza el corazón. Aseguro a Vd., mi querido amigo, que nunca he sufrido tanto como ahora, deseando casi con ansia un momento de desesperación para terminar una vida que es mi oprobio...” (01)

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