REFLEXIONES SOBRE LA MUERTE DEL LIBERTADOR
Aquiles Silva P.
17 de Diciembre de 1830:
Aquiles Silva
En esta fecha, muere en la Quinta de San Pedro Alejandrino, Santa Marta Colombia, El Libertador, Simón Bolívar. Su enfermedad se empeoró; aquel cuerpo y aquella mente táctica de varias batallas, caía derrotado ante un enemigo invencible: la muerte.
Aquel hombre. de carne y huesos, de ideas libertarias, de corazón bondadoso, de palabras alentadoras para sus oficiales, y líder de aquellos pueblos pisoteados por el yugo español, hoy caía abatido bajo los efectos fulminantes de una enfermedad, que lo fue carcomiendo desde temprana edad:
En 1795, en los Archivos General de Simancas, dice que el Subteniente, Don Simón Bolívar, de 15 años “ …el niño creció robusto y no hay noticia concreta de que hubiera padecido enfermedad grave durante sus primeros años...”
En 1803 cuando muere su esposa María Teresa del Toro, víctima de la fiebre amarilla, Bolívar le dice a su amigo el Dr. José Ángel Álamo: “En esa oportunidad, mi pena espiritual fue inmensa, profunda, sentí que mi vida se despedazaba, caí en un estado que rayó en la desesperación, que sin la afanosa solicitud de mi hermana, habría también sucumbido.” Ese mismo año hace su segundo viaje a España, llegando a Cádiz en donde lleva una vida desordenada, según él “todo me aburría y fastidiaba de tal manera que “todo lo que me obliga a pensar en el mismo asunto, aunque sólo por diez minutos me fatiga la cabeza, hasta obligarme a dejar la pluma o la conversación para tomar el aire de la ventana.” Su maestro Don Simón Rodríguez, en Viena le recomendó que se divirtiera, fuera al teatro e hiciese amistades con jóvenes de su edad, “hasta que pronto caí en un estado tal de consunción que los médicos declararon que yo iba a morir. Era lo que yo deseaba.”
El joven Bolívar recorrió varios países de Europa, y se llegó a los Estados Unidos y después regresa a Venezuela a trabajar en su Hacienda de San Mateo, con “Buena Salud”. Comenzaros las batallas, a partir de 1812, y con la pérdida de la Primera República, llegó exclamar: “ojalá no hubiera salvado mi vida, y la hubiera dejado bajo los escombros de una ciudad que debió ser el último asilo de la libertad y de la gloria de Venezuela.”
El 24 de diciembre de 1812, llega Bolívar a Tenerife, población de Colombia. “…Aquí el doctor Folnay me dice: “tome Ud. quinina inmediatamente” a lo que le contesté:”Hoy es noche buena, Paz en la tierra…deme la quinina.”
En 1813, el 5 de enero llega a Puerto Real y allí hace una parada “para reponerme de las fatigas y de las fiebres…”;
El 6 de enero de 1817, desde Barcelona le dice a Don Martín Tovar: “He llegado a esta ciudad en perfecto estado de salud.” El 16 de mayo de Marzo, dice el Libertador, después de la segunda Batalla de La Puerta “Sufrí de un ataque de malaria...” En mayo de 1818, “sufrí de furúnculos…”; El 7 de mayo de 1820, desde Rosario de Cúcuta le escribe a Santander “Yo estuve muy malo en San Cristóbal y con ese motivo me vine aquí. Todavía no se sabe lo que tuve, pero sé muy bien que he quedado muy estropeado y con mucha propensión al sueño y al reposo, que par mí es una enfermedad muy grande.”; En enero de 1821, desde Bogotá, dice: “y como mi marcha ha sido muy prolongada, tanto yo como mi comitiva, ha caído enferma. Ya yo estoy restablecido de mis males y marcho al Sur.” En mayo del mismo año, en Guanare escribe: “añado que mi salud está ya descalabrada, que comienzo a sentir las flaqueza de una vejez prematura.” Después de la Batalla de Carabobo, llega a Valencia y el 10 de julio de 1821, le dice a Santander: “además estoy cansado y algo malo, mi vida es demasiado activa y ya veo con repugnancia los trabajos sedentarios.”. En Septiembre de 1822, dice: “me molestaron mucho algunos nacidos que me obligaron a detenerme varios días en Cuenca, por lo cual decidí escribirle a Santander: Estos días he estado malo con nacidos o diviesos, los cuales, sin haberse acabado aún, el hecho es que estoy en la cama, días hay que todavía no se cuando podré irme a Loja. “
En febrero de 1824 al llegar a Pativilca, “caí sin conocimiento, con una fiebre muy alta que hizo a mis oficiales temer seriamente por mi vida.”
Y así, entre enfermedades y malestares, el Libertador continúa su marcha hacia el Sur, a llevar Libertad a esos pueblos sumidos en la oscuridad y en los deseos de virreyes, conquistadores y caudillos españoles, que los tenían sometidos …Hacia allá fue Bolívar con su espada libertadora luchando por esos pueblos hermanos…En 1827, en su última visita a Caracas, su ciudad natal, el 5 de febrero escribe al Presidente de la Honorable Cámara de Senado: “Pocos días me restan ya; mas de dos tercios de mi vida han pasado: que se me permita, pues, espera una muerte oscura en el silencio del hogar paterno.” En Febrero, de este mismo año, le escribe a Restrepo: Estoy muy cansado, mí querido amigo, y ya no puedo soportar el peso del servicio público. Los problemas del Gobierno en sus aspectos políticos, militares y económicos reclaman mi atención y provocan cansancio y malestar general sin características definidas. y por otro lado mis esfuerzos pasados han agotado mi energía.” El 1º de agosto de 1829, desde Guayaquil escribe al señor José María del Castillo Rada: “Estoy medio malo y con mal humor”. El 3 de agosto, estando en Guayaquil, Bolívar sufre un fuerte ataque de nervios y fiebre, el cual fue testigo su intimo amigo Restrepo: “Bolívar cayó gravemente enfermo desde el 3 de agosto, y estuvo en riego eminente de morir hasta el 10, en que principió a mejorarse. Padeció un violento ataque de nervios y de cólera-morbo con fuerte calentura…” El 23 de febrero de 1830, Bolívar le hace saber a su leal amigo O’Leary: “He sufrido un gran ataque de bilis que me ha dejado muy postrado: solo para escribir estas cuatro líneas y para ordenar al general Montilla lo que Ud. verá por Secretaría.” El 2 de marzo, le participaba a O’ Leary: “Me retiro del poder ejecutivo y de todo el mando de Colombia. Yo estuve malo hace algunos días, pero ya me he restablecido en parte, sin embargo tendré que irme al campo a la Quinta de Caceado, que está cerca de esta ciudad. Yo he nombrado a este general (Domingo Caicedo) presidente interino del consejo, para darle más popularidad al Gobierno y me aseguran que el pueblo está contento con el nombramiento.” El 25 de noviembre de 1830, le contestó a O’Leary, y le dice: Yo sigo de peor en peor con mi salud; ya he perdido hasta la esperanza, pues una debilidad suma y un continuo padecimiento de achaques diferentes me tienen en un estado de desesperación que me hace ver la vida con disgusto. Pienso irme de aquí en cuanto llegue a Sabanilla un buque que he pedido; no sé que rumbo tomaré, pero donde quiera que llegue será en el más triste estado de postración, porque aún en la casa, con todas las comodidades que se encuentran, puedo estar una hora aliviado. En estos últimos días he tenido una tos que atormenta día y noche…”
Bolívar fue un idealista, un filósofo, un guerrero, un estadista y un hombre común como nosotros: Bolívar fue un ser HUMANO. Con su muerte, todas sus hazañas, todas sus derrotas y todos sus triunfos, se unifican y dan paso al UNICO HEROE DE LA AMERICA. Vivas están sus palabras, vivos sus pensamientos y como dijo Martí:
“Y muere él en Santa Marta del trastorno y horror de ver hecho pedazos aquel astro suyo que creyó inmortal, en su error de confundir la gloria de ser útil, que sin cesar le crece, y es divina de veras, y corona que nadie arranca de las sienes, con el mero accidente del poder humano, merced y encargo casi siempre impuro de los que sin mérito ni osadía lo anhelan para sí, o estéril triunfo de un bando sobre otro, o fiel inseguro de los intereses y pasiones, que sólo recae en el genio o la virtud en los instantes de suma angustia o pasajero pudor en que los pueblos, enternecidos por el peligro, aclaman la idea o desinterés por donde vislumbran su rescate. ¡Pero así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado aún en la roca de crear, con el inca al lado y el haz de banderas a los pies; así está él, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy; porque Bolívar tiene qué hacer en América todavía!” (Discurso pronunciado en la velada de la Sociedad Literaria Hispanoamericana, el 28 de octubre de 1893.)
Se ha apagado el Sol de América, se ha apagado la Luz de la libertad Americana, pero ha nacido el Rayo Inmortal de nuestros pueblos…
Aún, a pesar de los 181 años, de aquella pérdida humana, fresca aún está su Huella…Vamos tras de ella, vamos en su búsqueda para tomarla como la única Bandera Verdadera, para hacer de nuestra Patria, la patria que él soñó: La Patria de los Venezolanos, la Patria que él deseaba para sus hermanos venezolanos, para sus hermanos latinoamericanos. Esas son las únicas ideas, que debemos seguir…y enarbolar a diario, para la felicidad de nuestros pueblos…Bolívar no ha muerto, su pensamiento de integridad aún esta latente…sus sacrificios, sus derrotas y sus triunfos, son las únicas banderas que debemos enarbolar los venezolanos…Fuera de nuestras patrias ideas importadas; ideas que no contratan con nuestra costumbres: con nuestro vivir a diario…Sigamos su Huella…Vamos tras de ella….y Venezuela será grande, será próspera y será de todos los venezolanos…BOLIVAR NO HA MUERTO…BOLIVAR VIVE….” SIGAMOS SU HUELLA, Y SEREMOS LIBRES E INDEPENDIENTES…
En un 17 de diciembre, como el día de hoy, hace 181 años, a la una y media de la tarde, muere aquel HOMBRE- PREDESTINADO, que lo dio todo: su vida, sus bienes, sus fortunas; su cuerpo, su alma y su corazón al servicio de los pueblos del Sur de América, Hoy muere, y con su muerte nace, el HEROE INMORTAL DE AMERICA, El RAYO RESPLANDECIENTE de los pueblos americanos, quien una vez dijo: “…además, bajo la dictadura ¿Quién puede hablar de Libertad? ¡Compadezcámonos mutuamente del pueblo que obedece y del hombre que manda solo.” (01)
Imagenes; 1.- Bolivar a los 15 años. 2.- Bolívar en el Chimborazo. Tito Salas
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