miércoles, 7 de diciembre de 2011

TRAS LA HUELLA DEL LIBERTADOR


Aquiles Silva P.


08 de diciembre

08 de diciembre de 1814:
En esta fecha, Bolívar llega a Campo de Techo y le dirige una carta al Presidente de Cundinamarca. expresándole ideas conciliadoras. Escribía Bolívar:
 “Amigo:

Como Vd. es el único que tengo de este nombre en esa ciudad, me tomo la libertad de dirigirle esta carta, para que no se deje alucinar con mentiras y patrañas sobre mi conducta y la de mis tropas. Tenga Vd. un poco de paciencia y oirá en cuatro palabras mi historia. Fui nombrado comandante de Puerto Cabello y teniendo muchos reos que conspiraban contra el castillo y la plaza, como lo lograron después, no los pasé por las armas según  debía  para salvar mi país y no perderlo, como sucedió. Vine a libertar el Magdalena, y tomé más de 260 prisioneros, la mayor parte españoles del regimiento de Albuera; no los pasé por las armas y sólo lo hice con un criollo, nombrado Domínguez, por traidor a su país. Entré en Venezuela y al empezar la campaña solo castigué de muerte a un tal Conde, porque vino de espía a mi campo, y a Rizo porque era nuestro mayor enemigo en Ocaña. De resto, todo el mundo fue perdonado. Que lo diga García Herreros, que está en poder de Vmds., si no es cierto esto. Tizcar nos toma diez y seis oficiales y hombres decentes y los pasa por las armas en Barinas. Zuazola destruye pueblos enteros al mismo tiempo en Cumaná por ser patriotas. Antoñanzas degüella 300 prisioneros nuestros en San Juan de los Morros en la campaña anterior. Boves en los Llanos hace prodigios de crueldad, estando yo en Mérida. ¿Seria justo sufrir la guerra a muerte, y no hacerla? La declaro y la llevo a efecto; pero no con todo el rigor que debía. Llego a la Victoria y concedo allí una capitulación, que no podían esperar los españoles. Huye el que debía ratificarla; la envío a Monteverde para que la ratificase, y responde que no debieron ni pudieron capitular conmigo. Mientras tanto él pone en pontones y en bóvedas a todos los patriotas de Puerto Cabello: yo tomo la represalia, y hago lo mismo con los españoles; ofrezco canjear 400 por 200 patriotas, protestando pasarlos por las armas si se sacrifica a los nuestros. No se admite mi oferta y se pasa por las armas a nuestros prisioneros al tiempo que Boves se acerca a la capital, degollando todos los pueblos del tránsito, sin exceptuar niños ni mujeres. ¿Qué  debía  yo hacer sin guarnición en La Guaira y con cerca de 1.000 españoles en las bóvedas y castillos? ¿Esperaría yo la misma suerte infausta del Castillo de Puerto Cabello, que destruyó mi patria y me quitó el honor? Amigo, póngase Vd. en mi lugar y póngase todo español, y como no lo haga mejor que yo, digo que no son hombres ni españoles. He aquí mis decantadas crueldades. Mi irreligión y todo lo más que me han hecho el favor de atribuirme los señores que no me conocen, o me conocen mal. Contrayéndome ahora al estado actual de Vmds. Digo y protesto bajo mi palabra de honor, que ni el gobierno ha declarado la guerra a muerte, ni yo lo he hecho, ni la haré nunca en este país  pacifico donde los españoles se han portado de un modo muy diferente que en Venezuela. El suceso de Jover (*) y sus compañeros ha sido altamente reprobado por el gobierno y más aun por mí. Envió a Vd. ese documento en testimonio de esta verdad.

(*)Juan Jover sacrificado por un oficial venezolano de la división Urdaneta, (Restrepo, I, 288). (01)

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