domingo, 24 de julio de 2011

TRAS LA HUELLA DEL LIBERTADOR




24 DE JULIO DE 1783
228 AÑOS DEL NACIMIENTO DE SIMON BOLIVAR
EL LIBERTADOIR DE LAS AMERICAS
Aquiles Silva

Como un homenaje a Nuestro Libertador en sus 228 años, de haber llegado  a este mundo, donde brilló como la única luz de Libertad, voy a transcribir algunos párrafos del artículo “La Primera Nodriza del Libertador” de Don Arístides Rojas, en su obra “Crónicas de Caracas”; así mismo algunas palabras de amor maternal que les brindo Bolívar a sus dos negras queridas: Matea e Hipólita. Sus madres que lo amamantaros y le brindaron sus primeros amores de madres.
Se refería Don Arístides Rojas a la señora Inés Mancebo de Miyares, esposa de don Fernández de Miyares, noble familia cubana residenciada en Caracas.
La familia Miyares vivía cerca de la casa del Coronel Don Juan Vicente de Bolívar, casado con la señora Concepción Sojo Palacios (sic). “Amigas íntimas, hablan de verse diariamente, pues entre ellas existían atracciones que sostenían el cariño y la más fina cortesía. Doña Inés criaba uno de sus hijos, cuando doña Concepción en víspera de tener su cuarto pidió a su amiga que la acompañara y le hiciera las entrañas al párvulo que viniera al mundo.”
“Hacer las entrañas a alguno” es frase familiar antigua que equivale a nutrir a un recién nacido, cuando la madre se encuentra imposibilitada de hacerlo.”
Al nacer el niño de Doña Concepción, en aquel 24 de julio de 1783, apenas vio la luz, cuando Inés lo llevó a su seno y comenzó a amamantarle- sirviéndole de nodriza por muchos meses, hasta que por motivos políticos, el esposo de Doña Inés, es enviado a desempeñar otras funciones, fuera de Caracas, mudando su familia;  el recién nacido tuvo que ser entregado a la joven esclava Hipólita.”
Referencias de la historia, nos dicen  que era práctica natura, en aquellos tiempos que todas aquellas esclavas “que daban a luz”, de inmediato sus amos le quitaban a sus hijos, y se los llevaban para un hibernarlo, para  que alejados ambos, perdieran el amor de madre, ya que a la hora de “venderlos” o negociarlos, ellas, sus madres y ellos, sus hijos no sentirían afecto maternal alguno,  porque no se conocían, ni había existido contacto filial con ellos. Por este motivo, en vista de que no existía otra persona que amamantara al niño la Negra Hipólita es llevada desde San Mateo a la Capital, a prestar sus senos alimentarios para el futuro Libertador.
No será, que además de darle vida humana, al niño recién llegado, Hipólita  también le suministró aquel amor hacia la libertad, hacia la independencia de los pueblos, y aquel ímpetu de dar libertad a todos los habitantes de su patria, y los de toda América. Que casualidad, en Bolívar, es quien en 1816, decreta por primera vez  la Libertad de los Esclavos.
 “Dice el historiador Reinaldo José Bolívar, en su obra “Simón Bolívar: hijo de Hipólita, pupilo de Matea”, que “El 2 de junio de 1816, apenas llegado a las costa venezolanas, Bolívar decreta la libertad de los esclavizados y de sus familiares. Estos hombres y mujeres libres se incorporarían a la guerra por la Independencia…Pág. 47” (101) 
Y de Matea Bolívar, mayor en unos dos o tres años con Simón, era “quien lo tomaba de la mano para correr por los campos de San Mateo, para trepar en los árboles, bañarse en el río. De seguro cantaba en voz alta mientras Simón le pedía que repitiera hasta aprender la canción. Tengan por cierto que el curioso Simoncito algunas veces interrogaba a su amiguita Matea, ya que ella era una niña, sobre el origen de su familia y del resto de las personas de piel oscura que estaban allí. Sin duda alguna la niña Matea, le recitaba de memoria lo que escuchaba de sus mayores. Porque una de las cosas que hicieron los africanos y que trasmitieron a sus descendientes fue la tradición oral…es fácil imaginar a la niña afro con el niño criollo inventando juegos, bailando, cantando, identificando los pajaritos, las frutas…” (101)

En 1821, Bolívar llegaba lleno de glorias  en Caracas, después de la Batalla de Carabobo. Ocho años hacía que el Libertador no la veía, y entre sus necesidades morales figuraba la de hacerle una visita a doña Inés de Miyares. Allí fue a visitarla.
-Simón! ¡Eres tú!... exclamó aquella señora al  ver a Bolívar en  la puerta interior del zaguán.
-Madre querida, vengan esos brazos donde tantas veces dormí – Exclamó el Libertador.
Y aquellas dos almas en estrecho abrazo, permanecieron junto por largo rato.
-Siéntate- dijo Inés enternecida- ¡Cuán quemado te encuentro!
-Este es el resultado de la vida de los campamentos y de la lucha contra la naturaleza y los hombres- contestó Bolívar.
-Y ¿qué te importa- replicó Inés- si tú has sabido sacar partido de todo?
-Sí, parece que la gloria quiere sonreírme., le dijo Bolívar. (29)
En cuanto a Matea e Hipólita, podemos decir que Bolívar siempre recordaba a Hipólita. En carta enviada a su hermana María Antonia, desde el Cuzco, el 16 de Julio de 1825, le dice: “Te mando una carta de mi madre Hipólita, para que le des todo lo que ella quiera; para que hagas por ella como si fuera tu madre, su leche ha alimentado mi vida y no he conocido otro padre que ella.”
Hipólita era ágil y montaba bien a caballo. Quería entrañablemente a su amo y estuvo con él en las batallas que se libraron en San Mateo. Cuando Bolívar entra a Caracas el 10 de Enero de 1827 tuvo la oportunidad de reconocer a Hipólita entre la multitud, abandonó su puesto y se arrojó sobre los brazos de la negra, que lloraba con placer.
La Negra Matea, había nacido en San José de Tiznados, Estado Guárico, desde muy joven fue llevada al Hato El Totumo, en San Mateo, propiedad de los Bolívar. Ella estaba encargada de  los quehaceres de la hacienda. Ella fue la aya de Simoncito. Se encargó de su crianza y educación. Jugaba con él, corría y bailaba y lo bañaba en el río de la hacienda. (08)

Estas tres mujeres, le brindaron al Libertador, aquella fuerza, voluntad y amor al prójimo, para que en el tiempo, por venir, los empleara en las grandes gestas libertadoras de las Américas.

domingo, 10 de julio de 2011

HISTORIA DE LA PARROQUIA SAN JUAN BAUTISTA DE SAN JUAN DE LOS MORROS

Parte 04


Aquiles Silva


El Historiador Lucas G. Castillo Lara, en su obra “El Coronel Juan Félix Ovalles, un Ilustre Prócer Sanjuanero”, al referirse a San Juan de los Morros, como lugar de nacimiento de Ovalles, dice:
“San Juan Bautista había sido erigido en Curato independiente en 1781, separándolo eclesiásticamente de la ciudad de San Sebastián de los Reyes. Pero en lo civil continuó dependiendo en parte de San Sebastián y en parte de la Villa de San Luís de Cura, dualidad referida no sólo al ámbito parroquial sino al propio casco urbano de la población. En efecto, el límite jurisdiccional  entre estas dos poblaciones pasaba por el camino Real de los Llanos, a cien varas de la Iglesia, la cual quedó contenida en la jurisdicción civil de San Sebastián. El pueblo de San Juan de los Morros se extendía a ambos lados del camino Real, y se daba la anomalía de ser gobernado por dos distintas autoridades civiles, lo cual motivo un litigio entre San Sebastián y la Villa, que se inició en 1791…” (24)

En el “Libro de Presbíteros Designados y Encargados de la Parroquia de San Juan Bautista”, en el Archivo de la Casa Parroquial de San Juan de los Morros, podemos leer lo siguiente:
“el presbítero Domingo de Herrera con fecha 15 de abril de 1781 se encargó de esta parroquia de San Juan Bautista de los Morros, como Párroco Designado, hasta el 19 de noviembre de 1783.”  (216)

En el año 1.781, es llevado a la nueva Iglesia,  el “Cuadro de las Ánimas”, que “Se doró y pintó en el año 1777 a devoción de doñas Inés Ceballos, probablemente en Villa de Cura. Como para aquel año el Dr. Don Ignacio de Herrera se desempeñaba como Cura Rector de aquella población, su hermano el Br. Dn. Domingo de Herrera trasladaría el pesado retablón a la Capilla o Ermita del nuevo Curato cuando vino a encargarse de él.” (15)
En 1783, el 02 de julio “el Br. Domingo Herrera, renuncia al curato por motivos de salud, al desamparo y escases del pueblo y la falta de médico y medicinas. Permanece no obstante como Párroco hasta la llegada de su reemplazante, el 28 de noviembre del mismo año.” (15)

En 1783, “luego de la renuncia del primer cura de la parroquia, Don Domingo Herrera, se procura cubrir la vacante mediante la oposición del curato a la cual comparecen Francisco Javier García, Félix Antonio Mantos, Joseph Pío de Ansola, Agustín José Díaz, Lucas José Hernández, Domingo López y José Antonio Díaz Argote, quien obtiene el cargo después de la evaluación de los examinadores sinodales. (22)” (100)

En 1783, el 28 de noviembre, “ocupó la Parroquia el Br. José Antonio Díaz Argote, como Párroco Designado,  hasta el 30 de noviembre de 1832.”  (216)


 
  Imagen: Al fondo se destaca la Primera Iglesia de San Juan. Dando inicio así a la Cristiandad del pueblo. (Foto de Paúl Rosti, publicada por la Fundación BigottLa Mirada del Otro”. Elías Pino. Reproducida por el Arquitecto Miguel Funes, en “Concreción Histórica y Urbana de San Juan de los Morros”)




sábado, 9 de julio de 2011

HISTORIA DE LA PARROQUIA SAN JUAN BAUTISTA DE SAN JUAN DE LOS MORROS

Aquiles Silva
Parte 03.

26 de Junio de 1780 (sic), “Don Luís Unzanga y Amezaga, Mariscal de Campo de los Reales Exercitos, Govr. y captn. Genl. de esta Provincia y Anexas, consecuente al oficio del Sr. Prover. y Vicario General de este Obispado, resolutivo de auto del Ilimo. Sr. Obispo de esta Diócesis sobre erigir nueva Parroquia en el sitio de San Juan a conformidad de las pretensiones de aquellos vecinos, por las razones en que S. S. Illma. se funda respecto también a que los mismos vecinos se ofrecen a la contribución de la congrua del Párroco que se les nombrare y a la cantidad de cincuenta pesos para pan, vino y cera, dijo que conviene en esta erección por parte del. Vicepatronato, en los mismos derechos que su S. S. Illma. ha dispuesto…”
Con el “consentimiento prestado por el señor Vice-Patrono Regio de esta Provincia para erección de nueva Parroquia en el sitio de San Juan desmembrado de los de la Villa de Cura, San Sebastián y Pueblo de Parapara”, empieza la historia propiamente de San Juan de los Morros.” (15)

26 de Junio de 1780:
En esta fecha, se da inicio al señalamiento de todos los linderos de la naciente Parroquia de San Juan Bautista de los Morros. Le asignan cuatro leguas de Oriente a Poniente y siete de Norte a Sur. Para aquella época los servicios religiosos se movilizaban bajo la Paternidad de la Vicaría de San Sebastián de los Reyes. Para que la sede de la nueva parroquia quedara constituida sobre terrenos propios, el comité encargado de arreglarlo todo, le tocó entenderse con el propietario de estas tierras, que a la sazón lo era el señor  Santiago Rodríguez, y con la firma de éste, todo quedó legalmente organizado y registrado oficialmente. Para aquel año, el burgo cuenta con una población de 613 habitantes. El obispo Mariano Martí reúne a los 27  vecinos más pudientes y les sugiere la urgencia de construir un templo lo más prontamente posible.” (15)

En 1781, el 02 de marzo, Don Melchor Gascón, vecino del lugar y oficial de sastrería estima en 209 peso el costo de cuatro casullas: blanca, encarnada, morada y negra; dos capas: blanca y morada; amito; sobrepelliz; dos albas; manteles y otra lencería”
Así mismo, en esta fecha, “Don Joseph Manuel Peña, vecino del lugar, estima en ciento setenta y seis pesos con un real el valor de los vasos de plata.
De igual manera, Don Manuel Monte de Oca, residente en el sitio, estima en 1.950 pesos el costo de la Ermita, por lo que respecta a albañilería”
Y Don Agustín de Guevara, residente en el lugar, estima en 788 pesos y 6 reales, el costo de la Ermita, “por lo que toca a carpintería”; en 29 pesos y 5 reales el valor de la “clavazón”. (15)

En 1781, el 05 de marzo, “Don Ignacio Ramón de Herrera, Cura Rector de la Iglesia de la Villa de San Luís de Cura; y Don Alfonso de Escobar y Lara, Teniente de gobernador de la ciudad de San Sebastián, apersónanse en el sitio de San Juan y después de explorar el terreno se resuelven por la sabana de carrizalito, que queda entre el Paso real del río San Juan y la Quebrada también llamada de Carrizalito. Fijan entonces una cruz que ha de precisar el sitio exacto de la puerta principal de la Iglesia. “la cual ha de mirar al Poniente” (15)

A los pocos meses la iglesia ya estaba construida, con un tamaño de 30 varas de largo y siete de ancho, con paredes de bahareque doble, con techos de tabla y teja, con su horconadura de palo de corazón. Ya todo organizado, la feligresía sólo espera la llegada del cura párroco, designado por la Curia de Caracas. 

                        
El 15 de noviembre de 1781, “Don Gabriel Joseph Lindo, Presbítero, graduado en ambos derechos y en sagrada teología, catedrático de Moral en el Real Colegio de Caracas, Comisionado del Santo Oficio de la Inquisición, Examinador Sinodal del Obispado, Juez Provisor y Vicario General del Obispado, determina dar y conferir colación y canónica institución del beneficio curato del pueblo de San Juan de los Morros “al Amado en Cristo Br. Dn. Domingo Herrera, Clérigo Presbítero”. (15)

En  1781, el 05 de diciembre, el  Br. Dn. Domingo Herrera, toma posesión actual, real corporal “vel cuasi” la nueva Iglesia con las solemnidades requeridas. Toca y besa la ara, los santos óleos y agua consagrada. Se sienta en el confesionario. Abre los ornamentos y registra todos los demás utensilios, ínterin (mientras tanto) repican las campanas…” (15)

En 1781, el día 6 de diciembre “llega a esta población el Bachiller Presbítero  Domingo Herrera, acompañado del Vicario de San Sebastián de los Reyes, Bachiller Cristóbal de Mesones; por el Teniente de Gobernador de San Sebastián, Don Escobar y Lara; y los testigos Diego José Hernández. El acta juramentación está firmada por los cuatro ciudadanos arriba mencionados, a los seis días del mes de diciembre de 1781. En San Juan de los Morros  repicaron las campanas y el Bachiller Domingo Herrera ofició la primera misa; pero este cura sólo duró diecinueve meses; se enferma y pone la renuncia en julio de 1783. Para sustituirlo, el Obispo Gabriel José Lindo, designa al Bachiller-Presbítero José Antonio Díaz Argote, quien le consagró a esta parroquia 28 largos años de apostolado…” (08)

jueves, 7 de julio de 2011

HISTORIA DE LA PARROQUIA SAN JUAN BAUTISTA DE SAN JUAN DE LOS MORROS

   HISTORIA DE LA PARROQUIA SAN JUAN BAUTISTA


Aquiles Silva


Parte 03


26 de Junio de 1780 (sic), “Don Luís Unzanga y Amezaga, Mariscal de Campo de los Reales Exercitos, Govr. y captn. Genl. de esta Provincia y Anexas, consecuente al oficio del Sr. Prover. y Vicario General de este Obispado, resolutivo de auto del Ilimo. Sr. Obispo de esta Diócesis sobre erigir nueva Parroquia en el sitio de San Juan a conformidad de las pretensiones de aquellos vecinos, por las razones en que S. S. Illma. se funda respecto también a que los mismos vecinos se ofrecen a la contribución de la congrua del Párroco que se les nombrare y a la cantidad de cincuenta pesos para pan, vino y cera, dijo que conviene en esta erección por parte del. Vicepatronato, en los mismos derechos que su S. S. Illma. ha dispuesto…”  
Con el “consentimiento prestado por el señor Vice-Patrono Regio de esta Provincia para erección de nueva Parroquia en el sitio de San Juan desmembrado de los de la Villa de Cura, San Sebastián y Pueblo de Parapara”, empieza la historia propiamente de San Juan de los Morros.” (15)

26 de Junio de 1780:
En esta fecha, se da inicio al señalamiento de todos los linderos de la naciente Parroquia de San Juan Bautista de los Morros. Le asignan cuatro leguas de Oriente a Poniente y siete de Norte a Sur. Para aquella época los servicios religiosos se movilizaban bajo la Paternidad de la Vicaría de San Sebastián de los Reyes. Para que la sede de la nueva parroquia quedara constituida sobre terrenos propios, el comité encargado de arreglarlo todo, le tocó entenderse con el propietario de estas tierras, que a la sazón lo era el señor  Santiago Rodríguez, y con la firma de éste, todo quedó legalmente organizado y registrado oficialmente. Para aquel año, el burgo cuenta con una población de 613 habitantes. El obispo Mariano Martí reúne a los 27  vecinos más pudientes y les sugiere la urgencia de construir un templo lo más prontamente posible.” (15)

En 1781, el 02 de marzo, Don Melchor Gascón, vecino del lugar y oficial de sastrería estima en 209 peso el costo de cuatro casullas: blanca, encarnada, morada y negra; dos capas: blanca y morada; amito; sobrepelliz; dos albas; manteles y otra lencería”
Así mismo, en esta fecha, “Don Joseph Manuel Peña, vecino del lugar, estima en ciento setenta y seis pesos con un real el valor de los vasos de plata.
De igual manera, Don Manuel Monte de Oca, residente en el sitio, estima en 1.950 pesos el costo de la Ermita, por lo que respecta a albañilería”
Y Don Agustín de Guevara, residente en el lugar, estima en 788 pesos y 6 reales, el costo de la Ermita, “por lo que toca a carpintería”; en 29 pesos y 5 reales el valor de la “clavazón”. (15)

En 1781, el 05 de marzo, “Don Ignacio Ramón de Herrera, Cura Rector de la Iglesia de la Villa de San Luís de Cura; y Don Alfonso de Escobar y Lara, Teniente de gobernador de la ciudad de San Sebastián, apersónanse en el sitio de San Juan y después de explorar el terreno se resuelven por la sabana de carrizalito, que queda entre el Paso real del río San Juan y la Quebrada también llamada de Carrizalito. Fijan entonces una cruz que ha de precisar el sitio exacto de la puerta principal de la Iglesia. “la cual ha de mirar al Poniente” (15)

A los pocos meses la iglesia ya estaba construida, con un tamaño de 30 varas de largo y siete de ancho, con paredes de bahareque doble, con techos de tabla y teja, con su horconadura de palo de corazón. Ya todo organizado, la feligresía sólo espera la llegada del cura párroco, designado por la Curia de Caracas. 

                          
El 15 de noviembre de 1781, “Don Gabriel Joseph Lindo, Presbítero, graduado en ambos derechos y en sagrada teología, catedrático de Moral en el Real Colegio de Caracas, Comisionado del Santo Oficio de la Inquisición, Examinador Sinodal del Obispado, Juez Provisor y Vicario General del Obispado, determina dar y conferir colación y canónica institución del beneficio curato del pueblo de San Juan de los Morros “al Amado en Cristo Br. Dn. Domingo Herrera, Clérigo Presbítero”. (15)

En  1781, el 05 de diciembre, el  Br. Dn. Domingo Herrera, toma posesión actual, real corporal “vel cuasi” la nueva Iglesia con las solemnidades requeridas. Toca y besa la ara, los santos óleos y agua consagrada. Se sienta en el confesionario. Abre los ornamentos y registra todos los demás utensilios, ínterin (mientras tanto) repican las campanas…” (15)

En 1781, el día 6 de diciembre “llega a esta población el Bachiller Presbítero  Domingo Herrera, acompañado del Vicario de San Sebastián de los Reyes, Bachiller Cristóbal de Mesones; por el Teniente de Gobernador de San Sebastián, Don Escobar y Lara; y los testigos Diego José Hernández. El acta juramentación está firmada por los cuatro ciudadanos arriba mencionados, a los seis días del mes de diciembre de 1781. En San Juan de los Morros  repicaron las campanas y el Bachiller Domingo Herrera ofició la primera misa; pero este cura sólo duró diecinueve meses; se enferma y pone la renuncia en julio de 1783. Para sustituirlo, el Obispo Gabriel José Lindo, designa al Bachiller-Presbítero José Antonio Díaz Argote, quien le consagró a esta parroquia 28 largos años de apostolado…” (08)

26 de Junio de 1780 (sic), “Don Luís Unzanga y Amezaga, Mariscal de Campo de los Reales Exercitos, Govr. y captn. Genl. de esta Provincia y Anexas, consecuente al oficio del Sr. Prover. y Vicario General de este Obispado, resolutivo de auto del Ilimo. Sr. Obispo de esta Diócesis sobre erigir nueva Parroquia en el sitio de San Juan a conformidad de las pretensiones de aquellos vecinos, por las razones en que S. S. Illma. se funda respecto también a que los mismos vecinos se ofrecen a la contribución de la congrua del Párroco que se les nombrare y a la cantidad de cincuenta pesos para pan, vino y cera, dijo que conviene en esta erección por parte del. Vicepatronato, en los mismos derechos que su S. S. Illma. ha dispuesto…”
Con el “consentimiento prestado por el señor Vice-Patrono Regio de esta Provincia para erección de nueva Parroquia en el sitio de San Juan desmembrado de los de la Villa de Cura, San Sebastián y Pueblo de Parapara”, empieza la historia propiamente de San Juan de los Morros.” (15)

26 de Junio de 1780:
En esta fecha, se da inicio al señalamiento de todos los linderos de la naciente Parroquia de San Juan Bautista de los Morros. Le asignan cuatro leguas de Oriente a Poniente y siete de Norte a Sur. Para aquella época los servicios religiosos se movilizaban bajo la Paternidad de la Vicaría de San Sebastián de los Reyes. Para que la sede de la nueva parroquia quedara constituida sobre terrenos propios, el comité encargado de arreglarlo todo, le tocó entenderse con el propietario de estas tierras, que a la sazón lo era el señor  Santiago Rodríguez, y con la firma de éste, todo quedó legalmente organizado y registrado oficialmente. Para aquel año, el burgo cuenta con una población de 613 habitantes. El obispo Mariano Martí reúne a los 27  vecinos más pudientes y les sugiere la urgencia de construir un templo lo más prontamente posible.” (15)

En 1781, el 02 de marzo, Don Melchor Gascón, vecino del lugar y oficial de sastrería estima en 209 peso el costo de cuatro casullas: blanca, encarnada, morada y negra; dos capas: blanca y morada; amito; sobrepelliz; dos albas; manteles y otra lencería”
Así mismo, en esta fecha, “Don Joseph Manuel Peña, vecino del lugar, estima en ciento setenta y seis pesos con un real el valor de los vasos de plata.
De igual manera, Don Manuel Monte de Oca, residente en el sitio, estima en 1.950 pesos el costo de la Ermita, por lo que respecta a albañilería”
Y Don Agustín de Guevara, residente en el lugar, estima en 788 pesos y 6 reales, el costo de la Ermita, “por lo que toca a carpintería”; en 29 pesos y 5 reales el valor de la “clavazón”. (15)

En 1781, el 05 de marzo, “Don Ignacio Ramón de Herrera, Cura Rector de la Iglesia de la Villa de San Luís de Cura; y Don Alfonso de Escobar y Lara, Teniente de gobernador de la ciudad de San Sebastián, apersónanse en el sitio de San Juan y después de explorar el terreno se resuelven por la sabana de carrizalito, que queda entre el Paso real del río San Juan y la Quebrada también llamada de Carrizalito. Fijan entonces una cruz que ha de precisar el sitio exacto de la puerta principal de la Iglesia. “la cual ha de mirar al Poniente” (15)

A los pocos meses la iglesia ya estaba construida, con un tamaño de 30 varas de largo y siete de ancho, con paredes de bahareque doble, con techos de tabla y teja, con su horconadura de palo de corazón. Ya todo organizado, la feligresía sólo espera la llegada del cura párroco, designado por la Curia de Caracas. 


El 15 de noviembre de 1781, “Don Gabriel Joseph Lindo, Presbítero, graduado en ambos derechos y en sagrada teología, catedrático de Moral en el Real Colegio de Caracas, Comisionado del Santo Oficio de la Inquisición, Examinador Sinodal del Obispado, Juez Provisor y Vicario General del Obispado, determina dar y conferir colación y canónica institución del beneficio curato del pueblo de San Juan de los Morros “al Amado en Cristo Br. Dn. Domingo Herrera, Clérigo Presbítero”. (15)

En  1781, el 05 de diciembre, el  Br. Dn. Domingo Herrera, toma posesión actual, real corporal “vel cuasi” la nueva Iglesia con las solemnidades requeridas. Toca y besa la ara, los santos óleos y agua consagrada. Se sienta en el confesionario. Abre los ornamentos y registra todos los demás utensilios, ínterin (mientras tanto) repican las campanas…” (15)

En 1781, el día 6 de diciembre “llega a esta población el Bachiller Presbítero  Domingo Herrera, acompañado del Vicario de San Sebastián de los Reyes, Bachiller Cristóbal de Mesones; por el Teniente de Gobernador de San Sebastián, Don Escobar y Lara; y los testigos Diego José Hernández. El acta juramentación está firmada por los cuatro ciudadanos arriba mencionados, a los seis días del mes de diciembre de 1781. En San Juan de los Morros  repicaron las campanas y el Bachiller Domingo Herrera ofició la primera misa; pero este cura sólo duró diecinueve meses; se enferma y pone la renuncia en julio de 1783. Para sustituirlo, el Obispo Gabriel José Lindo, designa al Bachiller-Presbítero José Antonio Díaz Argote, quien le consagró a esta parroquia 28 largos años de apostolado…” (08)